Friday, September 29, 2006

Viajes


Obnubilación total. La memoria se te quiebra como un vidrio y los mayores esfuerzos no sirven para reconstruirla. Ni lo intentes: no te vas a acordar que cuernos hiciste los últimos 60 segundos. La mueca que se te dibuja en la cara es una mezcla de desconcierto y de indiferencia. Ojalá el mundo explotara en este instante, en este largo y glorioso instante en el que el tiempo es tuyo. Te cortaste por un tajo y te podés seguir metiendo más y más , ( la sensación de caer sin freno hasta lo más profundo. El tobogán de tu cerebro bien aceitado para garantizarte una caída sin límites- caída libre-.) Primero te tajeaste el alma. Ahora buscás nuevos tajos para olvidarte de ese que no te deja dormir. Tajos, profundidades. Paraísos artificiales que te arranquen de tu infierno tan temido, de tu infierno natural. El mundo está ahí, montaña rusa gigante, y vos resbalando y resbalando... Así estás bien. No sos vos (tal vez todos soñamos con lograr eso alguna vez), pero tampoco sos otro. Estás apenas arriba del resto de los mortales, de vos mismo como mortal. Es esto lo que conseguiste: saborear por un momento la preciosa eternidad que se esconde en cada instante. Pero bueno, enseguida recuperás tus miserias, recuperás la cordura. Conseguiste inmortalidad- o algo parecido-. Lástima, sólo duró un instante-.
Imagen: Miguelanxo Prado